jueves, 19 de septiembre de 2013

Recordando a Antón Chéjov



        No sólo estaba deseoso Chéjov de llenarlo todo de verdor, de plantar árboles y flores, de hacer fecunda la tierra, sino también de crear cosas nuevas. Dotado de un carácter muy vital, dinámico, incansable, se entregó no sólo a describir la vida, sino a transformarla,  a edificarla. Se afanó en la construcción de la primera Casa del pueblo de Moscú, con biblioteca, sala de lectura, auditorio y teatro; se encargaría de dotar a Moscú de una clínica para enfermedades de la piel; con ayuda del pintor Ilia Repin organizaría un museo de pintura y bellas artes en Taganrog; pondría en marcha la construcción de la primera estación biológica de Crimea; reuniría libros para las escuelas  de la isla de Sajalín, en el Pacífico y los expediría allá en grandes lotes; construiría tres escuelas para hijos de campesinos, una tras otra,  en las cercanías de Moscú, y al mismo tiempo un campanario y un parque de incendios para los campesinos. más tarde, cuando se trasladó a Crimea, edificó allí una cuarta escuela. Y en general todo lo que era trabajos de construcción le fascinaba, porque en su opinión, esa clase de actividad acrecentaba siempre la suma total de la felicidad humana. Escribió a Gorki: "Si cada hombre hiciera lo que puede sobre su pequeño palmo de tierra, ¡qué maravilloso sería este mundo!"

Curso  de literatura rusa de Vladimir Nabokov

Algunos cuentos de Antón Chéjov en  Ciudad Seva

sábado, 7 de septiembre de 2013

Con un pie en el verano y otro en el instituto... ¡VOLVEMOS!




Conversación en la montaña

¿Me preguntas por qué habito
en estas colinas verdes jade?
Yo sonrío. No hay palabras para expresar
el sosiego de mi corazón.
¡Que fascinante la flor del melocotón
arrastrada por la corriente del agua!
Aquí vivo en otro reino
más allá del mundo de los hombres.
                                       Li Po