lunes, 5 de abril de 2010

El mar


Este libro de John Banville tiene poderosos defensores que alaban su calidad literaria, pero también lectores y lectoras que lo han acogido con tibieza. Hace ya algún tiempo, la profesora Cristina Félix lo presentó en los siguientes términos:

Para quien todavía no conoce a su autor, Banville es sagaz, tierno –pero no meloso- y sincero a la hora de mostrar las contradictorias emociones de sus protagonistas.
No os voy a contar de qué va la historia pero sí os diré que la trama parte de tres corazones que laten con tal fuerza que se trenzan:
El de su agridulce pasado, el de su desolador presente y el del omnipresente MAR.
Atentos a ese mar de fondo que, desde un primer momento, destella las claves de la novela...
El mar tiene muchas caras, como la vida misma, como las buenas historias así que contadme, contadme...

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Beatriz Cerón dijo...

Me he leído ya El Mar, me gustó, aunque quizás esperaba algo más, se me hizo algo previsible el enlace entre la historia del pasado del protagonista y la presente. Pero recomendable en cualquier caso.

Anónimo dijo...

benariasg dijo...

Yo también he leído "El Mar", me parece estupenda. De hecho me entró la banvillitis y he seguido con otras novelas suyas, todas muy buenas en general, pero unas más que otras, de hecho no me gusta como novelista de serie negra, ni cuando se pone a cumplir con las reglas("El intocable"). Para mí que lo suyo es el lenguaje, los argumentos parecen secundarios a veces. Algunas de sus novelas son pura poesía, por ejemplo una que se llama "Mefisto": no pasa nada, y lo que pasa da igual, pero qué imágenes... "El mar" también tiene momentos así, y encima la historia es muy atractiva.

Anónimo dijo...

Pilar González dijo:

Hola a tod@s.
Ya he terminado de leer El mar, por fín, y para quien le guste la polémica, y aún a riesgo de que os parezca que tengo la misma sensibilidad que una ameba, allá voy.
Son poco más de 200 páginas, pero a mí me han parecido 200.000.
Lo calificaría como "Triple A": ampuloso, afectado y anodino, o también como "Triple P": pesado, pasado y predecible.
No me ha gustado nada, vamos, para ser breve diré que me ha parecido una castaña pilonga "intolerable", adjetivo, por cierto, que utiliza el autor hasta la náusea.
Será quizás que mi alergia a los ácaros se exacerbe ante tanto "British Old Style" y tanta contención emocional.
De su puesto en mi lista de los 3000 para qué os voy a contar... os lo imagináis.
Besos, y hasta pronto, que ya queda menos para el retorno.
Pilar

Anónimo dijo...

Cristina Félix dijo:

Bueno, bueno... por fin empiezan a aparecer nuevas opiniones sobre El Mar. Desde luego, entre todos los calificativos valorativos sobre MI apreciada novelita, el que más me ha agradado, por su sonoridad y valor culinario, ha sido el de “castaña pilonga”.
La verdad, Pilar, es que tienes toda la razón; pues es precisamente de las castañas pilongas que “se obtiene la harina de castaña de textura fina y sabor delicado”.
Precioso y perfectamente aplicable a El Mar. Claro que para ello tienen que gustarte las castañas, apreciar sinestésicamente todos sus valores y paladearlas sin prisas.
Por cierto, tanto para las castañas pilongas como para El Mar hay trucos para pelarlas con facilidad.

Anónimo dijo...

Pilar González dijo...

Para gustos, los colores, ya te digo.
Siguiendo por lo culinario, en Colombia las hormigas culonas fritas se consideran una delicia,... y yo no digo que no lo sean. Todo es relativo (incluida esta afirmación)

Y una aclaración entorno a la castaña pilonga, lo peor no es pelarla, por lo general el problema estriba en hincarle el diente, lo cual hace necesario un árduo procesado: hay que molerla y añadirle ingentes cantidades de azucar y especias para hacerla agradable al gusto.

Me quedo con el mango, la verdad, por que sino mi famosa "lista de los 3000" se me quedaría en la "lista de los 3".

Y no quiero terminar mi comentario sin añadir un toque herético a la discusión: en similar registro literario, prefiero mil veces Los buscadores de conchas de Rosamunde Pilcher... ¡ahí queda eso!

Besos: Pilar

PabloJ dijo...

“ A la memoria le desagrada el movimiento, prefiere las cosas en quietud, y con tantas escenas recordadas veo ese episodio como un cuadro vivo” ( p. 185 ). En esta afirmación se podría resumir esta novela, que si bien ha recibido muchos elogios, también tiene detractores varios. Yo, rotundamente soy un encendido lector de este novelista irlandés del que no había leído nada antes. Aunque recuperar la memoria, intentar revivir el pasado que “late en el interior como un segundo corazón” es como mentir - en palabras de Caballero Bonald - , el protagonista de El mar, Max, no quiere sólo contarnos sus recuerdos sino que quiere indagar y buscar respuestas que en su juventud quedaron ocultas.

La prosa poética del autor, el colorido amplísimo de matices y sensaciones que nos proporciona la lectura de esta novela, la hace casi imprescindible ( por lo menos, para un tipo de lector o para un momento determinado de nuestra vida). Puede aburrir, ¡pues sí!: la acción es casi nula, las descripciones se eternizan, los sentidos se entremezclan y atropellan – sinestesias puras - , no pasa casi nada argumentalmente hablando, pero gozamos desde el recinto amurallado de nuestro interior, cuando queremos “amadrigarnos en un lugar de calor uterino y quedarnos allí encogidos, ocultos de la indiferente mirada del sol y de la severa erosión del aire” ( p. 56 ). La recuperación del tiempo, después de Proust, ya no puede ser la misma, y en esto Banville escribe una página importante con esta novela.
( por razones de espacio, prosigo con el comentario en el siguiente )

PabloJ dijo...

Argumento: hay un regreso a la primera juventud, hay playas y brisa marina meciendo los flecos de las sombrillas, y hay besos robados y desconcierto adolescente y confusión adulta y largas enfermedades y estados terminales y mucha, mucha introspección. Y entre todo esto, verdadera literatura. En el arsenal de páginas favoritas me guardo algunas descripciones, bien sobre el propio título del libro: Bajé por Station Road en la vacuidad soleada de la tarde. La playa que quedaba al pie de la colina era un resplandor beige bajo el añil. En la orilla del mar todo son estrechas franjas horizontales, el mundo reducido a unas cuantas líneas largas y rectas que se aprietan entre el cielo y la tierra…” (p. 17 ), o sobre el amanecer de un día cualquiera: “ Era un día de otoño suntuoso, oh, realmente suntuoso, todos los cobres y oros bizantinos bajo un cielo Tiépolo de azul esmaltado, la campiña toda petrificada y vítrea, más que ella misma parecía su propio reflejo en la quieta superficie de un lago…”, en la descripción de una lechería ( p. 50 ) o en la brillante muestra erótica del despertar al sexo adulto que cada uno hemos imaginado, frecuentemente de forma calenturienta: “ y al verlos allí, los flancos del hombre rítmicamente atareados con la erguida fúrcula de las piernas abiertas y levantadas de la mujer, algo se hinchó y se espesó en mi garganta, la sangre acudió como una señal de alarma y de fascinada repugnancia. Así que es esto, fue lo que pensé, así que esto es lo que hacen” ( p. 67 ). O cuando narra en un doble proceso narrativo una tormenta “exterior” ( con sus truenos y relámpagos ) para pasar a la tormenta “interior” del personaje ( p.156 )

Pero con todo lo anteriormente dicho, el momento culminante como lector es el final del primer capítulo, cuando habla sobre sus ojos ( final pág.111-113 ). Para mí, sencillamente magistral. No quiero terminar este comentario sin hacer mención del traductor de la novela, Damián Alou, quien en este éxito de la novela en español tiene gran parte de culpa ( este señor ha traducido tanto a L. Wittgenstein - El deber de un genio - como al poeta y novelista inglés Thomas Hardy, lo cual no es poco ).

En definitiva, que la novela tiene momentos de decaimiento, de reiterativa introspección en espiral, de excesos formales, ¡por supuesto!, ¿pero quién puede prolongar el orgasmo más allá de unos segundos? Las olas del mar suben y nos elevan pero luego bajan y decaen hasta el horizonte de un paisaje en calma, de una vida a la que ya no le podemos aplicar aquello del “tener toda la vida por delante” pues ya hemos consumido un trayecto largo, y entonces nos damos cuenta de que mucho de lo que somos sólo son recuerdos, olvido, huellas, pasado, memoria…

Pilar González dijo...

Pues vale, pero que conste que a mí, como lectora de a pie, a lo único que me ha inducido esta novelita es el más profundo SOPOR.
El problema no es tanto la falta de acción como la falta de emoción, y el tratamiento de los temas, muy, pero que muy manidos y bastante mejor narrados en otras (muchísimas) obras, juntos, o por separado, a saber:
1- me siento amputado tras la muerte de mi pareja
2- la decrepitud se acerca, lenta pero segura
3- recuerdo aquel verano en que me topé con Eros y Tánatos (estos parece que van siempre juntos en "ese" verano, como en una oferta 2 x 1, que original!!!)
Los adjetivos y adverbios de tiempo y lugar, magníficos, como una colección de mariposas inertes atravesadas por un alfiler, pero no han conseguido hacer que ni uno sólo de los personajes me hayan resultado interesantes o evocadores (algún paisaje a lo mejor), al contrario, cuanto más detalles iba sabiendo de ellos, más insustanciales me parecían...
Dicho todo lo cual, vuelve a quedar claro que me ha encantado ¿no?.

benariasg dijo...

Muy estimulante el comentario, Pablo. Espero que nos deleites con algún otro sobre *Imposturas*, a ver qué te parece.