martes, 20 de abril de 2010

LAUSANA, de Antonio Soler

Femenino singular: los triunfos son breves, las derrotas casi eternas.

Aquel tren partió de Ginebra a las 9’56 horas y llegó a Lausana a las 10’41 horas. Cuarenta y cinco minutos sólo, que se van estirando y adensando, para recordar toda una vida de frustraciones, naufragios y desencuentros, pero que acaba con un tono con cierto optimismo. Estos son los argumentos ( vital y novelístico ) de la protagonista de la última obra del malagueño Antonio Soler, que os propongo leer y compartir.
La protagonista, Margarita – femenino singular -, recorre en tren el trayecto que hay entre estas dos ciudades suizas, para ir a visitar a su hijo, y cada estación que va pasando, cada paisaje exterior e interior que contempla, cada recuerdo dolorido que transita la van a abocar a un final de viaje “esperanzado”, donde los naufragios psíquicos ( las derrotas de soportar el adulterio de su marido con Susanne, otra mujer mucho más bella e interesante que ella), físicos ( marido enfermo, mujer sin atractivo, la Albondiguilla…), y personales ( profesionalmente, ella no es nadie, no triunfa; frente a Susanne, violinista célebre ) se van sucediendo y son vistos como estampas vitales de un viaje en tren ( ¡una vez más, la vida como viaje! ) que la protagonista rememora en flash-backs, y que tienen como punto de partida el citado adulterio y la aparición en su vida de la omnipresente Susanne. Son estampas impresionistas, retazos de la vida de esta mujer, fragmentos doloridos, los que van desfilando ante nuestras retinas, sin ánimo de trazar un perfil y una trayectoria vital completa, al modo de las grandes heroínas del XIX, y todo ello con el lago Léman como paisaje de fondo, un lago más bien anímico que real.
Hay también algunos guiños a la actualidad ( al terrorismo del 11 de marzo en los trenes de Atocha), a una personalidad tan malagueña como Rafael Pérez Estrada ( que aparece aquí convertido en un “crápula y disoluto” personaje literario), a la historia ( la guerra civil y la célebre y dramática huída por carretera de la Málaga del 36 hacia Almería, con los bombardeos y víctimas inocentes, o los sentimientos de los pilotos del Enola Gay – página 62 – al arrojar la bomba atómica sobre Hiroshima). Hay todo un amplio muestrario de las dotes narrativas del autor, donde lo importante no es el argumento en sí, sino la intensa atmósfera que destilan las páginas de la novela junto al retrato de la protagonista.
Lo de femenino singular tiene su razón de ser porque es la primera vez que Antonio Soler narra una novela desde el punto de vista de la mujer ( su mundo interior, emociones, sensaciones…), y logra un retrato magistral de una psicología femenina determinada, rica de matices y sensaciones: la mujer que aguanta en silencio, que sufre y hace la vista gorda ante las humillaciones del adulterio, que no se decide a tomar una decisión drástica porque sabe que su marido es un cobarde y no la abandonará, y que al final el triunfo será para ella - por no haber querido nunca ver la realidad, por su resistencia – y ella podrá desde su inocencia “femenina y singular” vencer, como dice al final de la novela :” Lo único que nos puede elevar sobre nuestra insignificancia natural, sobre esa dimensión ínfima, ridícula, es la inocencia. Y nunca, nunca debimos cometer la torpeza de soñar que éramos, que podíamos ser otra cosa. Así nos vamos, así subimos esta corta escalera que va hacia la luz. Inocentes. Como siempre y en todo momento hemos sido”.
Hasta aquí mi primer y breve comentario sobre esta novela, ( ¡quedáis avisados de que os amenazo con alguno que otro más! ), que como suponéis recomiendo encarecidamente -con algunas que otras páginas desvaídas y prescindibles-, pero que refleja y nos enfrenta al universo de la protagonista con una prosa poética e impresionista muy viva. Espero vuestras opiniones y puntos de vista, para seguir profundizando en ella.

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( P.D.: Acaba de fallecer el ex-presidente del Comité Olímpico Internacional, Juan A. Samaranch, quien tantas horas pasó en Lausana - donde está la sede del mismo - y quien probablemente hiciera en varias ocasiones el trayecto mencionado en el libro. Su tren acaba de llegar al final del trayecto, y ya ha entrado en los andenes del descanso. Un sincero recuerdo )

1 comentario:

Pilar González dijo...

Oye Pablo, agotadita me he quedado tras leer tu breve comentario y además, ahora me temo lo peor....
Dime que no tiene nada que ver con El mar, que estoy enganchada a Oddifreddi, y no me perdonaría serle infiel a causa de otro ladrillo "sinestésico" de similares proporciones.