jueves, 13 de mayo de 2010

Elogio de la hermana

Mi hermana no escribe poemas,
y probablemente ya nunca se pondrá a escribir poemas.
Lo heredó de nuestra madre, que no escribía poemas,
y de nuestro padre, que tampoco escribía poemas.
Bajo el techo de mi hermana me siento segura:
el marido de mi hermana por nada del mundo escribiría poemas.
Y, aunque mis palabras suenen a texto de Adam Macedónski,
en mi familia nadie escribe poemas.

Los cajones de mi hermana no guardan viejos poemas,
en su bolso no hay poemas recién escritos.
Y cuando mi hermana me invita a comer,
sé que no lo hace con intención de leerme poemas.
Sus sopas son deliciosas y carecen de ocultos significados.
Y el café no se derrama sobre los manuscritos.

En muchas familias nadie escribe poemas
pero si uno de sus miembros empieza, suele sembrar el contagio.
A veces la poesía cae en cascada sobre las generaciones
Y origina remolinos capaces de engullir sentimientos familiares.

Mi hermana practica una prosa oral muy aceptable
y su obra literaria se reduce a las postales turísticas
con un texto que cada año repite la misma promesa:
cuando vuelva
contará
todo
todito.

Wislawa Szymborska: Paisaje con grano de arena. Lumen, pp. 116-117. Traducción de Ana María Moix y Jerzy Wojciech Slawomirski.

Se puede consultar una edición completa de esta antología en la red.





















Wislawa Szymborska (Polonia, 1923) es autora de más de una decena de libros de poemas. La concesión en 1996 del Premio Nobel fue una auténtica revelación en todo el mundo (no siempre fallan los de la Academia Sueca).

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