martes, 16 de noviembre de 2010

La muerte en Venecia, de Thomas Mann


En la célebre novela corta La Muerte en Venecia (1912), Thomas Mann (1875-1955) describe las vivencias del escritor Gustav Von Aschenbach, metódico y exitoso; pero que ha perdido la inspiración. A fines del verano, viaja a Venecia con el fin de reencontrar el instinto literario, pero se queda atrapado en una ciudad cercada por el cólera. La presencia de una familia polaca y en especial de uno de los hijos, Tadzio, agitan su reposo. 
En la versión cinematográfica, igualmente célebre, Luchino Visconti pone en imágenes esta turbadora historia, pero en lugar de escritor el personaje principal es músico, tal vez un trasunto de Gustav Mahler, cuya música siempre recordaremos una vez que hayamos visto la impresionante llegada a Venecia acompañada con el Adagietto de la 5ª Sinfonía.


En la Biblioteca:
Thomas Mann: La Muerte en Venecia / Mario y el mago. Edhasa (N  MAN mue)

36 comentarios:

benariasg dijo...

No la he releído todavía, ni he revisto la peli, pero lo haré durante la semana. Mi última lectura es de... 1982 :(

Christine dijo...

Está bieeeeen.... el destino quiere darle una segunda oportunidad a Mann. Para mí no será una relectura así que ¿Hay alguna clave interesante en la que me deba fijar?

Tomás Cuesta dijo...

Como ya he comentado con Benito, en mi memoria se entremezclan Dick Bogarde y Aschenbach. La relectura me servirá para deslindar (espero).
Por cierto, estos componentes ya han aparecido antes en el grupo de lectura: playa, italianos, un adulto, un(a) menor de edad... Creo que Mann le va a ganar la partida a Tabucchi.

Pilar González dijo...

Pues mira Cristinita, yo diría que la palabra clave es de-ca-den-cia, aunque a otros les guste más el término vie-jo-ver-de....

Vivir para ver!!!!

Pilar González dijo...

Bueno, bueno, bueno...

Nuestro querido (y al parecer germanófilo) compañero y sin embargo amigo Guillermo hace por fin acto de presencia, tras largos requerimientos por nuestra parte.

Y además lo hace cual elefante en una cacharrería... estupendo!!!

De acuerdo con él en que este grupo está tomando una peligrosa deriva hacia lo decadente, melancólico, deprimente, etc, etc... (ya lo apunté antes en otra entrada).

Pero es otra deriva la que ya comienza a preocuparme seriamente...yo, que aventuré más allá de los confines de mi departamento, a la búsqueda de nuevos temas, nuevas experiencias, nuevas sensibilidades.... y me topo con lo mismo de siempre, aunque claro está, más en fino, eso sí.

Bueno, a leer y a comentar, que es a lo que vinimos ¿no?. Total, son 100 decadentes (y onanistas) paginillas de nada.

benariasg dijo...

Comentario de "wilhem" borrado.

Pilar González dijo...

¿Por qué??????

benariasg dijo...

Porque lo va a ampliar... :)

Pilar González dijo...

Bien, ya he re-leido la novela (y re-visto la pelicula)

La leí por primera vez estando en la universidad, así que sería entre el 84 y el 87, y llegué a ella a consecuencia de haber visto primero la pelicula en un pase televisivo, (libre ya por edad de la tiranía de los odiosos rombos).

La historia me impresionó muchísimo. El tema de la homosexualidad no era nada habitual entonces, y me resultó morbosa y fascinante a un tiempo, por esto y por la profunda decadencia que destila suavemente al principio, y finalmente a chorros, conforme el protagonista abandona su rectísimo código moral para acabar patéticamente convertido en aquello que más desprecia.

La re-lectura me ha agradado, pero ya no me ha causado ni de lejos tan profunda impresión personal (cosas de la edad), aunque ahora valoro el hecho de que fuera publicada en 1914. Me parece terríblemente audaz para su tiempo (aunque los griegos sirvieran de típica coartada, y Freud anduviera ya en escena) e incluso para el nuestro. Ahora sería un escándalo por sus connotaciones pederastas, tan en candelero, por otra parte

En conclusión, mi impresión sigue siendo buena, muy buena, pero recomiendo complementar (no sustituir) con la película, que es hermosísima, muy ilustrativa y complementaria.

Como comentaba sobre otra novela el otro día a compañeros de este blog, no quiero ni pensar en lo que hubiera hecho Almodovar con este material!!!

benariasg dijo...

A mí se me han cruzado otras lecturas por medio y estoy a medias aproximadamente, pero me gustaría destacar algunas frases de dudoso estilo o contenido:

1) "La disconformidad había sido para él la íntima naturaleza, la esencia del talento, que por ello había dominado y enfriado el sentimiento, sabiendo que éste se inclina a satisfacerse con un 'poco más o menos' optimista y una semiperfección" (pág. 14)

2) "En el espacio, vacío, sin solución de continuidad, nos falta también la medida del tiempo y flotamos en lo infinito" (pág. 31).

3) "Casi todas las naturalezas artísticas tienen esa innata tendencia malévola que aprueba las injusticias engendradoras de belleza y que rinde homenaje y acatamiento a esas preferencias aristocráticas" (págs. 40-41)

4) "Quien se esfuerza por alcanzar lo excelso, nota el ansia de reposar en lo perfecto. Y la nada, ¿no es acaso una forma de perfección?" (pág. 46).

Vaya tono de cartón piedra, falso y engolado. Por fortuna también narra y levanta el vuelo. Me ha gustado mucho la descripción de la llegada a Venecia, tan perfecta en su género como la escena de la película en el suyo.

Pilar González dijo...

Tienes razón Benito, tan falso, engolado y de cartón piedra como el propio personaje, que consagra su vida a alcanzar de la esencia de la belleza a través de la disciplina y el autocontrol.

Es precisamente por esta caracterización por lo que resulta tan patética y dramática la caida.

Magnífico también el tratamiento del simbolismo fatalista: la propia idea del viaje, que surge en un cementerio, el gondolero (un Caronte que no recibe las pertinentes monedas), la góndola (descrita como un mullido ataud), la laguna pestilente, Venecia convertida en un fastuoso mausoleo, la belleza apolínea y demoníaca del muchacho, que lo conduce hacia la autoinmolación...

Y el proceso psicológico por el que intenta en un principio autojustificar su platónica adoración, hasta que todo este artificio se derrumba, especialmente en un sueño cláramente dionisiaco, que no deja lugar a dudas sobre cual es la naturaleza de esa fatal atracción.

Me parece maravillosa (puede que no sea perfecta), y la verdad es cuanto más la reposo, más me embelesa.

También es verdad que temo estar mezclando en mi apreciación imágenes y texto, como dice Tomás, y mi querencia por la mitología griega.

benariasg dijo...

Ya he llegado al final, pero a trompicones. A medida que se acumulaban frases con palabras como "corazón", "sentimiento", "belleza", "divino", "alma" y toda esa retahíla de grandilocuentes términos de los que tanto abusa Mann (como al inicio del cap. 4)he ido perdiendo el interés. La novela estaba cada vez más escasa de narrativa, y cuando contaba algo me venía a la imaginación la peli. El simbolismo y su mensaje está en lo que dice Pilar; pero a mí no me llega, será que me veo lejos de ese esteticismo y esa decadencia del tal Aschenbach.

Por cierto, la lectura que se me ha cruzado en estos días y me ha retrasado con Mann es "Correr", de Jean Echenoz, una biografía novelada del corredor checo de los años cincuenta Emil Zatopek. Por decirlo rápido, es todo lo contrario de esta novela, sólo se parecen en la extensión.

Christine dijo...

Siento no poder intervenir, todavía no he leído la novela pero sí he visto la peli. Estoy un poco desconcertada con los comentarios... Eso sí, con la música de Mhaler me he reconciliado veremos a ver con Mann.

Christine dijo...

zzzzzz zzzzz zzzzz zzzz
ahn ahn
zz zzzzzzzzzzzzzzzzz zzzzzzzzzzzzz
purfffff
zz ahn ahn ahn

benariasg dijo...

Ja ja ja. Ni mil palabras más.


Yo me voy con Vargas y la niña mala, a ver si tiene un erotismo más sano.

Christine dijo...

Primera lección: no dejar las sesión abierta con mi clave de usuario ni en casa.

Pilar González dijo...

Si, si, si...

Cristina dirá que ha sido su informático particular....y Benito, que con niña es sano y con niño patológico....

Claro, claro,...

Anónimo dijo...

Dicebamus hesterna die el club de los plastas muermos se ha salido con la suya. Cual mefistofélico conjuro, creéis poder vampirizar jugo vernal cubriéndoos con el negro velo de lo gótico ¡Que no os enteráis! Estar llenos de “goteras” no os convierte en góticos. Más os vale aprovechar las ventajas de la edad madura ( experiencia vital, sabiduría emocional –algunos/as- y relativismo antidoctrinal) para hacer lecturas anticrisis (ya sea existencial y/o económica).
No me extraña que hayáis elegido Muerte en Venecia de Thomas Mann (too much –for wo- man). Un maduro Gustavo Aschenbach aspirando alcanzar la fugada juventud. Un ejercicio de onanismo decadente enmascarado de sublimación estética.
Desde luego no podéis negar que queda claro el manifiesto de este club literario. Taciturno pendón mecido por lánguidos vientos de nostalgia ¿Cómo vais a llamar al movimiento? ¿ Melancolismo, postracionismo, desanimismo o funestismo? …
Seamos positivos. No os sugiero un cambio radical de esencia, sino de enfoque. Lo mismo que proponéis pero en clave de humor. Que queréis obras del nobel Mario Vargas Llosa pues Pantaleón y las visitadoras; que deseáis obras donde se refleje la decadencia social y moral, pues Pelham Grenville Wodehouse ( El castillo de Blandings o El inimitable Jeeves). Que lo que os pone es sacudiros el esclerótico sopor creando polémica, pues la obra de Wenceslao Fernández Flórez La novela número 13 ( ¡je,je,je! Sarpullidos le va a ocasionar a más de uno/a esta visión de la guerra civil española preñada de humor y mala leche).
Abrevio, que esto es una colaboración bloguera no un ensayo. Me gustaría terminar para evitar confusiones escribiendo que esta entrada goza del nihil obstat. Bye
Wilhem

benariasg dijo...

Bienvenido al fin, "Wilhem", no creas que no estuve pensando traer el Omnibus Jeeves el otro día, a lo mejor en el próximo viaje... Y qué decirte, con Mann tienes to-di-ta la razón.
A Vargas ya lo tenemos enfilado, pero Pantaleón estaba ya leída y no la de la niña mala (tan "sana", sí, frente a la novelita de Mann: sobre todo porque la niña crece y se convierte en mujer, Pilar; además que la salud aquí es también por el estilo, no hay color, al de Mann le han salido tantas manchas de humedad como a sus libros).
Y bueno, ¿por qué no te animas a acompañarnos con esta lectura de Vargas?
A Fernández Flores lo acaban de comparar en el Babelia del domingo con la novela de Mendoza, por cierto... Si tuviéramos ocho vidas molaría compararlas. Pero es imposible, no dejan de acumularse tareas y hay que aflojar un poco.

Pilar González dijo...

El problema de la temática es que siempre participamos en este blog los mismos cuatro gatos, y uno de ellos, una reconocida amante de ambientes malsanos y de personajes heterodoxos, perturbados y perturbadores, pero que conste que también me gusta reírme, y mucho.

Bienvenido de nuevo, Wilhem, tu aportación es muy necesaria y refrescante, siempre que me reduzcas los latinajos a la mínima expresión, que ya el biligüismo es chungo per se como para tener que pasar también por las lenguas muertas.

Me gustaría seguir tus comentarios más fluidamente y me consta que sabes lo lejano que me queda el segundo de BUP.

Kontuz adiskide maitea! bestela kontraerasoa jo....

en otras palabras:

Tingueu precaució, estimat amic, o si no passaré al contraatac...

:)))

Pilar González dijo...

Por cierto ¿cual será la siguiente? ¿La niña mala o la de Mendoza?¿o ambas?

Voto por las dos

Anónimo dijo...

De acuerdo Pilar:
El comienzo (al igual que el final) era una simple maldad cariñosa. Paralelismo poco humilde entre la represión (real) sufrida por Fray Luis de León y la (benigna y virtual) mía.
Enpezaré con las lecturas.
Wilhem

Tomás Cuesta dijo...

No entiendo la mayor parte de las apreciaciones que mis exquisitos compañeros han ido realizando de esta novela. Se diría que no hemos leído el mismo libro. La estancia de la familia extranjera en el balneario italiano y lo desagradable que resulta el trato que reciben en el hotel está muy bien narrada, y no me disgusta la ambientación geográfica elegida por el autor para narrar esta historia. Lo que no comprendo es por qué os empeñáis en vuestras referencias al Adriático cuando la acción transcurre en el Tirreno. Hay momentos encantadores, para nada voluptuosos sino muy familiares: cuando le quitan la arena a la niña desnudándola en la playa, o cuando sufren por la tosesita de su hijito... Además, es evidente que tras la figura del pomposo mago Cipolla se esconde una alegoría del Duce, con su capacidad de hipnotizar a las masas, y el pobre camarero, que da título al libro, el pobre Mario que queda en ridículo delante de todo el mundo cuando...

Eh... Esperad... Un momento... Ahora que lo pienso... ¿Qué historia habéis leído vosotros? ¿La que viene antes en el libro, esa del pederasta?

benariasg dijo...

Vamos, Tomás, si esa no se la lee nadie. Ve al grano y sumérgete en las aguas nauseabundas de Venecia.

Tomás Cuesta dijo...

Corregido el error que me llevó a leer sin demasiado provecho la segunda historia del libro, paso a redactar unas apresuradas impresiones:

- La puesta en escena inicial es, para mi gusto, lo peor del libro. La pompa, el cartón piedra, todo lo que se ha dicho ya en este blog, no resisten una lectura en 2010, pero es que dudo mucho que la resistiera en su época (compárese con el tratamiento irónico, maduro y poliédrico que le da Madox Ford en "El Buen Soldado", por ejemplo, que es más o menos del mismo año, a la pompa y circunstancia). Hay algo que ya pensé durante mi anterior lectura de "La muerte en Venecia" (esta es la tercera, resulta que sin querer lo vengo leyendo cada diez años): no hay quien se trague en una novela esa lista de obras atribuidas a Aschenbach y sus excelencias, sin que a la vez nos pongan un ejemplo de su supuesta sublime prosa etc. La literatura no es un acto de fe, la literatura se muestra.
- Yo (debido a mi insano relativismo moral) prescindo del argumento y del detalle de Tadzio. Lo que me ha gustado del libro (lo que más me ha gustado) es la exposición (aquí sí que muestra Mann) del vaivén psicológico del protagonista antes de ser consciente de que está enamorado: me voy de Venecia, no me voy, que se vaya primero el equipaje, mira tú por donde que se han equivocado al mandarlo y me tengo que quedar un poquito más... Cuando lo leía me recordaba a Swann celoso de Odette y pensando en si seguirla o no cuando ella se va de excursión con unos amigotes; y luego están esos gestos del enamoramiento desbordado que propicia ridículos encuentros nada casuales...
- Por último, y teniendo de nuevo como referencia a "El buen soldado", mi duda fundamental es si en el libro de Mann hay ironía. Está claro que Thomas Mann no era el tipo más irónico que ha dado la literatura alemana, y que él se tomaba a sí mismo muy en serio (pensemos en "La montaña mágica"). Pero juega con su protagonista, lo zarandea progresivamente en el relato, y ese final: "aquel mismo día, el mundo, respetuosamente estremecido, recibió la noticia de su muerte" insiste en el contraste (que ya se ha insinuado de vez en cuando en el libro) entre la sobriedad y solemnidad del personaje y el patetismo de su comportamiento adriático. También me ha recordado a otro de los grandes: Flaubert, poniendo al final de SU novela esa frase-párrafo sobre el boticario ("Acaban de concederle la cruz de honor"). Yo pienso (quiero pensar) que en la última escena del relato de Mann hay ironía y distanciamiento, y eso enriquece la lectura. Pero soy consciente de que hay muchos datos que ponen en cuestión esa intepretación.
- Y para otra vez, a ver si ponemos libros que no vengan adosados, que luego nos liamos. Menos mal que el libro propuesto no era la versión de "Julio César" que aparece en el tomo correspondiente de las Obras Completas de Shakespeare...

Pilar González dijo...

Como me quedé sola en la defensa de esta novelita, me dediqué a buscar apoyo moral en internet.

Y ya que parece que todo el que quería participar de esta relectura, lo ha hecho, a modo de cotilleo (momento Tomate) os pongo este interesante enlace en el que se desgrana cuánto hay de autobiográfico en ella, y aspectos interesantes sobre su génesis, más allá de la interpretación de la obra en sí :

Thomas Mann y los griegos: Muerte en Venecia

La cosa es que siempre pensé que el personaje estaba basado en Gustav Mahler, lo cual no me cuadraba con la excesiva personalidad de su muy remarcable esposa... y hete aquí la solución al enigma.

benariasg dijo...

He leído el artículo, muy interesante, que linkea PilarG, por cierto en una línea que excluye la ironía demandada por Tomás. Sólo reconoce ironía o más bien pastiche en el comienzo del capítulo (creo) 4, cuando juega con la descripción mitológica, pero como anuncio del subidón "mítico" al que se transporta Mann. Chungo. Los elementos platónicos son claros, los nietzscheanos también, la lucha está servida, cómo no; pero con tanto ensayo pastichero (¡hasta imita el estilo de Platón, hay que ser atrevido!) la novela se ha ido extraviando salvo en esos ratos, que los hay, de gran altura narrativa.
Yo sigo en mis 13, si no me entra por el ojo, la cabeza puede decir misa en latín.
Otra próxima relectura, como sugirió Tomás, podría ser Flaubert, a ver quién es capaz de ponerle un pero.

Pilar González dijo...

Sugiero una relectura de Miguel Delibes sino para la siguiente, para cuando sea. ¿Que tal El camino, o El hereje?

Le debemos un homenaje...

PabloJ dijo...

Bueno, yo todavía no he podido releerla, pero amenazo con cumplir con mi cometido de "embaucador" ( no como otros que se guardan sus opiniones en sus "arcas" privadas ).

Pero lo que sí he hecho es, como Pilar, leer algo de lo que anda por esos mares procelosos de Internet, pues siempre me fascinó el personaje de Tadzio, en este caso el actor de la película, BJORN ANDRESEN. Os enlazo a un artículo para ver los estragos del paso del tiempo en un actor como éste:

http://www.elmundo.es/magazine/2004/228/1076078608.html

PabloJ dijo...

Bueno Pilar, no temas, que llegan los "refuerzos" ( nada educativos ). Yo me alineo claramente con Pilar, que parece que se ha quedado sola en la defensa del libro de Mann.

Siendo consciente de fallos y de desajustes narrativos (su discursividad teórica y algunos pasajes oníricos pueden resultar plomizos, algunas descripciones de dudoso lirismo – que Benito señala en nota manuscrita en su libro como “bla bla”, aunque me parece que en exceso), me creo en la obligación de salir en defensa de la relectura de esta novela.

Toda la novela es la historia de un PROCESO INTERIOR, y punto. Es la intensificación de la dicotomía ( “palabro” que solíamos decir mucho en nuestros años universitarios, cuando leímos la obra por primera vez, y que ya hoy casi nadie usa ) entre los convencionalismos morales-estéticos-puritanos de la burguesía occidental de la época y el temperamento artístico-poético-heterodoxo del artista en general ( yo asumo y me encuentro a gusto con ciertas dosis de este segundo polo “decadente”, “maldito” ( del que nos acusa el admonitorio padre “Wilhem”)

Paso ahora a comentar algunas de las afirmaciones vertidas por nuestros ilustres contertulios:

1.- Benito: Me parece que hablar de “sentimiento”, “belleza”, “corazón”, “alma” no es precisamente para perder el interés en la novela. Reivindico la necesidad de estos términos en nuestra sociedad/suciedad ( ¡ojo, no confundir el sustantivo con el adjetivo, la esencia con el matiz: sí al sentimiento, no al sentimentalismo! ).

Sé que eres más realista que idealista, más “naturalista” que “poeta” ( de ahí el no ponerle ningún “pero” a Flaubert, que los tiene ). Por otro lado, el proceso de IDENTIFICACIÓN entre fondo ( tema, argumento ) y forma ( elocutio ) justifica que Mann intente “imitar” el propio estilo de Platón ( nadie mejor que tú para conocer la importancia de la “imitatio” en nuestra tradición ), y se atreva a ese “ensayo pastichero” del que hablas.

Los fragmentos que señalas de dudoso estilo o contenido algunos pueden deberse a problemas de la traducción que hemos manejado de la edición de Pocket Edhasa ( hecha por Martín Rivas ). No recuerdo haber tenido esos problemas en mi lectura anterior ( no sé si Planeta o Seix Barral. De hecho en la traducción de M. Rivas al efebo se le llama “ Tadrio” y la segunda novelita aparece como “Mario y el hipnotizador”, en vez de “Mario y el mago”, como en las demás que conozco, aparte de algunos errores tipográficos ): ¡Traduttore, traditore!.

2.- Tomás, paladín de la ironía ( no es nada creible tu “error” de lectura ). No he leído la novela de Ford Madox aunque por lo que he podido rastrear, aquí tendríamos un relato con muchos saltos en el tiempo ( frente a la linealidad del alemán ), la presencia de un narrador- personaje en vez del omnisciente de Mann ( lo cual cambia y mucho el enfoque de los temas ), un mayor tono dialogado o conversacional, la presencia de la ironía ( que como apuntas en la novela veneciana no aparece para nada ). En definitiva, es en palabras del propio autor, “la historia más triste que jamás he oído” , lo cual no creo que se pueda decir con rotundidad de nuestra novela.

Coincido contigo en que precisamente ese “vaivén psicológico” del que hablas - es lo mismo que yo he dicho al comienzo con lo del “proceso interior” – es uno de los logros de la novela, ese itinerario “interior” – que no por la enferma Venecia – es un viaje iniciático, con sus dudas y sus creencias, sus encuentros y desencuentros con Tadzio, pero con la certeza de que al final de todo está la muerte ( como el título anticipa ). Por el contrario, yo sí creo que la literatura puede ser un acto de fe, de fe en el poder de la palabra, que nos redime.

PabloJ dijo...

3.- Guillermo, o Wilhelm el teutón ( Wilhelm Meister, que diría Goethe ), nos llama “club de los plastas”, “muermos”, “llenos de goteras” y al club “taciturno pendón mecido por lánguidos vientos de nostalgia”. Pues muy bien. Si por habernos iniciado con unos libros de reflexión introspectiva – anclados en una tradición concreta – , con una prosa abigarrada y una estructura algo compleja nos haces esas afirmaciones, amistosas por otra parte, estás en tu derecho.

Calificas la novela como “un ejercicio de onanismo decadente enmascarado de sublimación estética”, que no es mala definición si no fuera porque te quedas corto de miras. Es toda una experiencia vital, se trata de la escisión entre la vida y el arte, y quien no prueba los deleites del exceso en la juventud ( Aschenbach ) está condenado a vivirlos en la vejez; quien pasa su juventud en la disciplina, en la negación de Dionisos, explota al final de su vida, y la imagen no puede ser más que lastimera y d-e-c-a-d-e-n-t-e ( por cierto, a algunos nos gusta más ser viejos “faustos” sin alma que “infaustos” jovenzuelos esclerotizados).

Pasando a un análisis final ( y apresurado ), el tema de la homosexualidad no lo toco – como también hace Tomás – pues el concepto de homosexualidad en la Grecia de Platón es mucho más complejo y rico que en la actualidad. Lo que siente Aschenbach por Tadzio no es atracción física, sino que se enamora de su alma, pero a través de su cuerpo. Esta es precisamente la vía que reconocía Platón: al amor del alma se accede a través del amor al cuerpo ( recordemos la mística de San Juan y su Cántico espiritual que parece nadar en aguas de gran sensualidad y erotismo ).

Ya se han apuntado casi todos los temas: la lucha apolínea/dionisíaca, la mitología y sus símbolos, Platón, Nietzsche, la película de Visconti, Tadzio como ideal de belleza ( por cierto, me acabo de enterar que Visconti propuso a su ahijado, Miguel Bosé, para este pape pero hubo de desistir por la negativa de Dominguín. ¡Qué fuerte! ) etc.
Pero a mi me gustaría terminar con una necesaria reivindicación de la belleza, en nuestros días de crisis económicas y de "dirty realism".

“Pues sólo la belleza, Fedón mío, sólo ella es al mismo tiempo divina y perceptible. Por eso es el camino de lo sensible, el camino que lleva al artista hacia el espíritu. Pero, ¿crees tú amado mío, que podrá alcanzar sabiduría y verdadera dignidad humana aquel para quien el camino que lleva al espíritu pasa por los sentidos?...". Este fragmento de la novela - que Visconti no refleja en su película, por cierto - ha sido muy cuestionado por cierta crítica por su "inoportunidad de inclusión". Creo que es muy interesante para recordarnos que la contemplación de la belleza nos acerca a lo celestial sólo si mantenemos cierta distancia, nos encontramos serenos y la contemplamos sin pasiones ( por lo menos, eso es lo que parece querer decirnos Mann ).

Pilar González dijo...

Pablito, eres lo más!!

Ahí queda eso.

benariasg dijo...

Tienes toda la razón en que la traducción de Edhasa es infame, casualmente tenía otra más antigua, de Plaza y Janés, en un tomo de esos de obras selectas, y es infinitamente mejor. ¡Ahora me la voy a tener que releer! Grrrr

benariasg dijo...

Me refiero a la edición antigua de Edhasa que nos hemos tragado Pablo yo, la nueva lleva una traducción de Juan José del Solar, que es un traductor excelente.

Tomás Cuesta dijo...

Pues ahora que lo dices, y ya que parece que La Regenta se coloca como favorita para la próxima lectura mancomunada, ¿alguien puede decirme qué traducción de La Regenta permanece más fiel al texto original? (Después de lo de Mario y el mago, hay que andarse con pies de plomo).

benariasg dijo...

De La Regenta hizo una traducción bastante fiable el famoso hispanista Pierre Menard; también me suena una edición sensiblemente resumida con el título "La dama del perrito".