viernes, 26 de noviembre de 2010

Travesuras de la niña mala, de Mario Vargas Llosa

Ricardo ve cumplido, a una edad muy temprana, el sueño que en su Lima natal alimentó desde que tenía uso de razón: vivir en París. Pero el rencuentro con un amor de adolescencia lo cambiará todo. La joven, inconformista, aventurera, pragmática e inquieta, lo arrastrará fuera del pequeño mundo de sus ambiciones.
Testigos de épocas convulsas y florecientes en ciudades como Londres, París, Tokio o Madrid, que aquí son mucho más que escenarios, ambos personajes verán sus vidas entrelazarse sin llegar a coincidir del todo. Sin embargo, esta danza de encuentros y desencuentros hará crecer la intensidad del relato página a página hasta propiciar una verdadera fusión del lector con el universo emocional de los protagonistas.
Creando una admirable tensión entre lo cómico y lo trágico, Mario Vargas Llosa juega con la realidad y la ficción para liberar una historia en la que el amor se nos muestra indefinible, dueño de mil caras, como la niña mala.[Web de Alfaguara]

En la Biblioteca:
Travesuras de la niña mala. Punto de Lectura XL (N VAR tra)

21 comentarios:

benariasg dijo...

Estamos leyendo esta novela en el Grupo de Lectura. A ver si podemos comentarla durante el puente o un poco después.

piopio dijo...

Eel título de la obra me ha llamado la atención, me ha gustado la foto de la portada, y tras leer un poquito sobre ella, va directa a mi lista de lecturas pendientes.

Un saludo de una ex-alumna :)

benariasg dijo...

Bienvenida, piopio, no olvides dejarnos un comentario cuando la hayas leído.

Beatriz Cerón dijo...

Intentaré leerme vuestra propuesta aunque sea entre pañal y pañal, seguramente lo pediré para Reyes, no sé si me traerán carbón en lugar del libro, ya se verá. Hace unas semanas redescubrí un libro en la estantería pendiente de lectura desde hacía años, El amor en los tiempos del cólera, como siempre García Márquez no me defrauda. Ahora estoy con lecturas ligeritas y de bolsillo,en concreto La Doctora Cole, la última de la trilogía de El médico, y a mí me entretiene lo justo para coger el sueño qué queréis que os diga. Saludos a todos.

benariasg dijo...

Bienvenida al grupo de lectura, Beatriz. Yo también leí la novela esa de García Márquez mientras daba paseitos por la casa a mi "arbolita" recién brotada. Qué cosas. La de Vargas me está gustando, se lee con total soltura, los personajes son interesantes y, cosa rara, hace buena literatura con buenos sentimientos sin caer en demasiadas "huachaferías" (o "cursilerías", la palabrita sale a cada 2x3 en la novela).

benariasg dijo...

Pues lo acabo de terminar, así que me veo a inicios del puente y sin lectura "obligatoria", no sé qué va a ser de mí...

Pilar González dijo...

Mira, JB, no me digas eso, que tienes a La ciudad de los prodigios esperándote.

¿Y la chilenita, que te ha parecido?. Abre el fuego, no seas remolón

benariasg dijo...

Zuórdene, teniente.

La novela de Vargas ha sido para mí un feliz reencuentro con la literatura del boom, porque se diría que el estilo del Nobel no ha cambiado al paso de los años; pero como hacía tanto que no están en el candelabro y ya no es obligatorio empezar a leer buena literatura con los hispanoamericanos (al contrario de lo que pasó a nuestra generación, la de los Alien me refiero, no a los postmodernos que nos rodean y acusan de criptoculturetas), la verdad es que los tenía algo abandonados.
Como primera impresión, pues, una novela que se lee como se bebe un vaso de agua, a la que falta un poco de ambición tal vez, pero que está bien planeada y con una galería de personajes si no inolvidable al menos interesante, en la que la ambientación es "de nuestra época": París, Londres, Tokio (más desdibujado), incluso un Madrid castizo (Lavapiés). La trama es amorosa, con algunos toques políticos, la probabilidad de las coincidencias de los dos amantes en el tiempo es del todo inaudita, pero como se trata de una novela, uno lo acepta y sigue para delante, en parte gracias al limpio estilo de Don Mario. La novela pierde fuelle al final, en los dos últimos capítulos, y tiene su punto álgido (para mí) en los escabrosos sucesos tokiotas. La impresión que deja al final es buena, pero seguramente es de las que no dejaría entrar Tomás en su lista de las 3000, ¿o sí?

Pilar González dijo...

Aunque voy aún por la mitad más o menos, por ahora, estoy al 100% de acuerdo en todo todito lo que dices.

Fácil, bien escrita, y del todo improbable aunque muy agradable de leer. Podrían ser (por ahora) cada capítulo una narración corta por separado ¿no crees?.

No me dejará huella, pero no lamentaré haberla leído.

Y como lo mío con el cine se vé que va siendo patológico ¿no te recuerda mucho la trama a una celebrada comedia española de los 90? A ver si sabes a cual me refiero...

benariasg dijo...

Me suena una peli de ese estilo con Ariadna Gil, debe ser "Amo tu cama rica", de Emilio Martínez Lázaro, una de aquellas simpáticas pelis de los 90.

Pilar González dijo...

Frio, frío...

benariasg dijo...

Mmmm. ¿Alguna de Gómez Pereira?

Pilar González dijo...

Yes!!!!

El amor perjudica seriamente la salud

Me da que la peli era más frívola, pero por lo demás, también había niña mala y trepa que lleva las riendas de la relación, niño bueno que se deja embaucar, encuentros, abandonos e historia (de España en este caso) de trasfondo.

Como diría Sanchez Drago ¿casualidad o causalidad?

Pilar González dijo...

Te quemaste!!!

Pilar González dijo...

Ya terminé las travesuras de la niña mala, y las espectativas que tenía hacia la mitad, se fueron al garete..

La (sorprendente) soltura de Vargas Llosa en la descripción de escenas escabrosas no le libra de caer en la huachafería más absoluta.

Culebrón, culebrón!!!

Tanto el pichiruchi como el zorrón descastado, planos a más no poder. Sólo tienen cierto interés los personajes secundarios.

A ver si leemos algo más divertido la próxima vez

Ignacio dijo...

Aunque un poco tarde, ahí va mi reflexión sobre la malísima niña. Estoy muy de acuerdo con Benito en que podría encuadrarse en la nómina del boom latinoamericano, por su facilidad de lectura, vocación de saga (más en el tiempo que en la temática familiar), inclusión de elementos políticos propios de la Hispanoamérica de la segunda mitad del XX (guerrillas, golpes de estado) y cierta crudeza en la exposición de las intimidades sentimentales y sexuales de los personajes. A mí me ha resultado muy agradable de leer, aunque quizás el punto débil esté, más que en lo previsible, como opina Pilar, en lo reconocible, en un estilo y un desarrollo ya visto (ciertamente no arriesga).
Para terminar, un posible tema para el debate: tildar a una historia de “culebrón”, como le atiza Pilar a esta, para mí no es necesariamente algo peyorativo. Hay malos culebrones y excelentes, aunque a estos se les suele llamar “melodramas”. ¿Es que no son culebrones La Regenta o Fortunata y Jacinta, por ejemplo?

Tomás Cuesta dijo...

Por no hablar de Rómulo Gallegos y su Doña Bárbara. En fin, seguiremos platicando en la recámara.

benariasg dijo...

Lo grande de la literatura es que nos pueden gustar obras muiy elaboradas como las de Banville en las que no pasa casi nada y otras llenas de giros y trampas pero bien contadas, como esta de Vargas Llosa, y tan felices, porque si tenemos buena boca mejor para nosotros, más disfrutamos. Lo malo es cuando salta el piloto rojo porque nos cansa el estilo o un giro de la trama, un personaje empieza a meter la pata, saltan a la vista los encajes del autor, en fin... Es muy difícil dar con una obra perfecta, porque además depende de la edad que tenemos, del momento... Vargas cumple con este libro, pero no da el do de pecho. Con todo, a mí me deja con ganas de seguir leyendo sus novelas, en comparación es como comprar bonos del Tesoro (los de antes, ahora no).

Pilar González dijo...

Meditando sobre el personaje literario en que me gustaría encarnarme, las alternativas eran o el masoquismo o el travestismo mental, y aquí tenéis el por qué.

Citáis a grandes personajes femeninos de obras del siglo pasado o incluso del anterior. Historias de mujeres interesantes (y/o desesperadas), que escapan de la moral establecida, y que, precisamente por ello deben sufrir y ser castigadas.

Bien, en su época eran impensables desenlaces diferentes, pero ahora... ¿por qué no?.

Esta obra está muy bien escrita, y todo lo que queráis, pero ese tercio final...(no quiero destripárselo a nadie) me parece un giro innecesario y adocenado hacia lo lacrimógeno (culebrón en sentido peyorativo).

Anónimo dijo...

Parece que coincidimos en la forma. Nos encanta ese estilo de literatura hispanoamericana; mecernos en los sinuosos meandros de los circunloquios verbales y recorrer los densos manglares de recios sustantivos sustentados en miríadas de adjetivos.
Nada más comenzar, el aluvión de nombres y adjetivos te empapa seductoramente, te satura, te embriaga y te predispone a saltar a esa sutil dimensión, más que paralela diríase que secante, literaria. A modo de lábil lente, enfoca la realidad (pues la historia trata de ser creíble y mundana) dotándola de una pátina y de un brillo de maravillosa irrealidad. Es como esas anécdotas de nuestra vida que conforme las vamos contando a otros nos damos cuenta que las hemos alejado del mediocre devenir en el que se produjeron, elevándolas a un estadio superior, adquiriendo categoría de cuasileyenda.
El contexto te refleja muy bien una época o, al menos, lo que en el imaginario colectivo ha quedado de ese periodo. Esos ideales de los años sesenta y parte de los setenta aparecen plasmados con cariñosa precisión, más con un biselado que deja vislumbrar tenues aristas de delicado escepticismo.
En esta obra el único pero que puedo plantear es el tema principal. Como ya aparece en anteriores comentarios lo que chirría un poco es la alambicado ligazón establecido entre una veleidosa dominatriz y un inteligente, correcto y cultivado personaje que dilapida parte de su sólido decurso vital por los albañales de una obsesión. Esa huachafería (se nos ha quedado el vocablo) de un invisible cordón umbilical sadomasoquista que fustiga con sus estertores la relación de los protagonistas es una pesada carga para la nave del relato, el cual no naufraga por la marinera capacidad del autor para embridar y conducir los lectores vientos a las potentes velas de su estilo
Wilhem

benariasg dijo...

Muy bueno, Will.

A todo esto, ¿tú no has votado para Navidad? Como Pablo, Ignacio y Cristina parecen abstenerse (supongo que en Vetusta hace mucho frío y además que ya se la han visto muchas veces) queda poco para dar el grito de salida. Por cierto, a ver quién se la acaba antes... Apuesto que la teniente...