viernes, 18 de junio de 2021

 Más ganadores del III Certamen literario “Ana Marcos”



Pegar no es bueno

abrazar sí lo es,

robar es maligno

dar regalos de buen ver.


Orar no es malo,

bullying sí lo es,

amar es bello y

zurrar al revés.


Aunque lo más vital,

no parar de querer.


Rodrigo José Frías Fernández (con el acróstico Pardo Bazán)


Despedida de una  NO princesa para el Rey de los Ases de Corazones


Me hiciste dormir con cloroformo, abriéndote así la puerta al país de las maravillas, y te convertiste en el rey de mi cuento.

En los primeros días fui siguiendo un conejo blanco, que con tanta prisa ni se dio cuenta que yo por allí andaba. Un gato me enamoró con una gran sonrisa, y una oruga me demostró que lo importante estaba en el interior. Conocí a un sombrerero, un poco loco sí que estaba, que me enseñó que la vida no se media en años, si no en la vida de esos años. Fue así como aprendí que tampoco todas las brujas eran verdes , feas y malvadas. A la hora del té conocí a una tal Alícia, y adivinando el futuro en una taza de té, como si de una clase de adivinación de Harry Potter se tratase, vi que algunos cuentos podían ser más largos que otros, mientras vi que eran esos otros en los que las perdices echaban a volar en la tercera página.

Ese día decidí estudiar lo siguiente como si fuera mi próximo examen de protocolo y hechicería: Que siempre vivirán los reyes de ases de corazones, con más de un as bajo la manga. En cada esquina habrá un gato de sonrisa perfecta. Correrán como si no hubiera un mañana los conejos, que jamás tendrán tiempo para alguien que no sean ellos mismos. Y no podemos olvidarnos de las Alicias, que para ser tan perfectas habrían de haberse tomado una poción multijugos, haciéndonos creer a las demás imperfectas.

Fue entonces cuando desperté, y entendí que mi alma se hallaba por primera vez frente a frente con la ruda y majestuosa soledad de la naturaleza. Y, estando frente a la realidad de mi naturaleza, sin querer ser Alicia, sin querer vivir en su castillo, decidí que esta era yo. Una princesa imperfecta, que con esta carta se despide de su Rey de Ases de corazones. 

Alicia y el Rey de los Ases de Corazones fueron felices, pero yo me comí las perdices. 




María Peláez

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