MENCIONES ESPECIALES DEL CERTAMEN LITERARIO 2016/2017
Pedro Antonio Huertas Lucena
Comenzando por sus vidas,
y acabando por sus muertes,
que fueran el mismo día,
fueron cosas del azar o de la suerte.
Uno de ellos era español,
y el otro inglés,
pero juntos y sin conocerse,
pusieron el mundo del revés.
Don Quijote y Sancho Panza,
tanto Romeo como Julieta,
son los personajes más conocidos
de este entero planeta.
Cervantes perdió la mano
en la Batalla de Lepanto
y escribió sobre Vélez Málaga
como una ciudad con mucho encanto.
Por una parte las comedias
y a la vez con sus tragedias,
parecía que sus obras
fuesen sacadas de enciclopedia.
Entre Statford y Alcalá
sus travesías comenzarán.
Entre Londres y Madrid
éstas llegarán a su fin.
Pasando por las Novelas Ejemplares,
continuando por Macbeth,
tenemos que darle a ambos
las gracias una y otra vez.
Inefable
Un microrrelato original escrito por Nadia
Vallejo Muñoz de 1º de Bachillerato C.
Hace ya bastante tiempo, me enamoré de una chica que nació no sé dónde y
que se llamaba no recuerdo cómo. Ella vivía en las nubes, y su belleza parecía
provenir de otro universo. Y, siendo honesto, sabiendo todo lo que sé de ella,
me atrevería a decir que su mente vivía en la poesía que no era capaz de
escribir.
La conocí una tarde, en una cafetería cercana a su facultad. Aún
recuerdo esa medio sonrisa y esos ojos marrones tras ese gran libro de pasta
dura. No pude evitar pedirle un sitio a su lado, un poquito de su tiempo, un
poquito de ella. Yo siempre fui un chico de ciencias, de números, frío,
esquemático. Y ella con su cálida aura, la gracia de sus movimientos y su
sentido del arte, rompió todos mis esquemas. Charlamos unos minutos y fue
suficiente para querer repetir. Cada vez que la veía, más me enamoraba, y,
gracias a que el azar es caprichoso, fue recíproco. Su mente era
maravillosamente compleja y sus aspiraciones y sueños, eran muchos y muy
grandes. Aún a veces me paro a pensar en lo privilegiado que fui en el momento
en el que ella posó sus luceros almendrados en mí. Nos amamos locamente, noche
y día, día y noche. Meses. Todo parecía ir sobre ruedas: sus estudios, nuestra
relación, nuestra vida perfectamente organizada...
El caso es que, a pesar de que no había nada perturbante en su vida,pude
percibir como poco a poco, cada noche
empezó a sentirse más sola que la noche anterior. Y cada noche las ideas y
cuestiones de su mente buscaban respuestas. Cada noche cuestionaba a la gente
de su alrededor y qué les movía. Y se cuestionaba a sí misma si podía hacer más
de lo que hacía. Y se sumergía en la locura del ser, del querer, del merecer.
Anhelaba una de las aventuras de sus novelas. Siempre me decía que deseaba
convertirse en una heroína similar a las de sus libros, aquellas fuertes como
Emma Bovary, Ana Karenina o Úrsula Iguarán . Y la aterrorizaba alejarse de lo
humano para pasar a ser una marioneta más del sistema. Yo siempre le quitaba
hierro al asunto y le saltaba con alguna conversación trivial, alguno de mis
proyectos como ingeniero civil o nuestros planes de futuro (la carrera, máster,
casa, hijos…). A pesar de todo, y aunque siempre afirmaba que estaba bien, sus
ojos no decían lo mismo. Hasta que un día, se fue. Sin decir nada.
Repentinamente. Lo abandonó todo, incluido a mí. Me pasé semanas lamentandome y
preguntándome a mí mismo qué pude haber hecho para hacer que se quedase, pero
más tarde, lo entendí todo.
Después de meses sin saber nada de ella, y cuando ya hube superado su
partida, recibí una carta suya. En esta carta, me narraba todo lo que le había
sucedido a su caótica, maravillosa y retorcida mente. Me contó que una de sus
noches en vela sintió que no pertenecía al lugar en el que se encontraba, y que
la necesidad de irse se hizo inminente. Se sintió apegada a todo lo que la
rodeaba, se sintió dependiente, débil y la monotonía la asustó. Ella no quería
ser una más entre siete billones. Hacer los típicos estudios, trabajar en la
típica empresa con el típico jefe, tener una típica casa con su muy típica
hipoteca y no salir de este esquema...no estaba hecho para ella. Me quería,
juraba y perjuraba, pero supongo que hay ciertas cosas que tenemos que manejar
y solucionar solos. No importa quién esté implicado en nuestras vidas, es
nuestro problema, nuestro infierno, y tenemos que salir solos de él.
Me contó que reunió todos sus ahorros y cogió un avión a Sudamérica,
aquel lugar del que se pasaba horas y horas hablando, admirando fotos, leyendo
obras. En el momento en el que el avión despegó, todo cambió. Ese avión tenía
como destino un lugar lejano, un paraíso cultural, hermosas playas. Pero era
más que eso. Era una metáfora en la que aquella chica se convertía en mujer, y
perseguía sus sueños y aspiraciones. Ella sabía perfectamente que estar vivo no
era lo mismo que vivir y que pasar el resto de su vida en un mismo lugar
esperando eternamente el momento adecuado para viajar y conocer mundo era condenarse a vivir en una sola página de un enorme y maravilloso
libro. Cuando ese avión despegó, empezó a respirar, y a vivir, y desde entonces
no paró de viajar. Encontró su vocación, tan salvaje y aventurera como su mente
privilegiada y su alma indomable. Cada momento de su vida la llevó a un lugar donde las despedidas eran difíciles. Estaba
enamorada, pero no enamorada de alguien o algo, estaba enamorada de su vida. Y
por primera vez, en mucho tiempo, todo era inspirador.
Me llevó años entender que cuanto más intentaba apagar sus llamas, más
grande se hacía su fuego. Y mientras más la quise controlar, más la alejé. Y
cuando se fue, lo hizo sin dejar nada atrás. Ella era imparable y conseguía
todo aquello que quería con una sonrisa. Por algún motivo, yo aún pienso en
ella y aún tengo la esperanza de que quizá en algún sitio, alguien haya
aprendido por fín cómo amarla dejando su corazón en libertad.
ENHORABUENA POR VUESTRO MAGNÍFICOS TRABAJOS
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