martes, 26 de abril de 2011

Elogio (moderado) del libro

 
El día 23 de Abril se conmemora el Día Internacional del Libro, las librerías regalan libros u ofrecen descuentos inusuales y surgen por las ciudades puestos o ferias (hasta el Instituto tendrá una los próximos días 28 y 29). En Cataluña se regala una rosa y un libro (bonita tradición), en los periódicos aparecen encendidas defensas del libro y se celebra la "bibliofilia" (amor al libro) e incluso la "bibliomanía" (obsesiva fijación por los libros y el coleccionismo).

Sin embargo, hay una historia sumergida de "bibliofobia" (aversión a los libros) que es interesante para compensar los elogios desmedidos. Ya en el Eclesiastés leemos que "componer muchos libros es no acabar, y estudiar demasiado daña la salud. Basta de palabras. Todo está escrito". Platón advirtió en su mito de Theut (recogido en el Fedro) que la escritura propiciará no la memoria y la sabiduría sino el olvido, pues nos hace indolentes al tener siempre disponible ese "recordatorio". Montaigne se quejaba de la enorme cantidad de libros sobre libros, y Samuel Johnson destaca cómo en cualquier biblioteca hay tantísimo volumen que no pasa del catálogo y nadie ha abierto nunca.

La polémica ahora es sobre los libros electrónicos, el fin de las librerías y hasta de la "Era Gutenberg". Cuando en un pen-drive podemos disponer de toda una biblioteca, se presentan con más fuerza si cabe las advertencias bíblicas, de Platón, Montaigne y Johnson.

Ahora que los libros salen a la calle tendríamos que aplicarles a ellos y a las Bibliotecas y Librerías la inscripción que Paul Valéry compuso para grabar en piedra, en el frontispicio del Palais de Chaillot (Museo del Hombre) de París:

Il dépend de celui qui passe          De quien se acerca depende
Que je sois tombe ou trésor         Que yo sea tumba o tesoro
Que je parle ou me taise              Que hable o me calle
Ceci ne tient qu'à toi                    De ti, sólo de ti depende
Ami n'entre pas sans désir            Amigo, no entres sin deseo

1 comentario:

Christine dijo...

En la estantería del estudio, a media altura, hay un cuaderno en tela y guardas de color violeta. Es el libro de mis libros, de cómo los encontré, cuándo, dónde, quién me los nombró por primera vez, si hay otros como ellos o tienen una marca como sus exlibris o firmas de dueños que existieron y fueron únicos. De vez en cuando lo abro y lo releo, como si fuera un álbum de fotos familiar. Quizá lo es.