viernes, 29 de marzo de 2013

Carta de una desconocida


        Quiero contarte toda mi vida, esta vida mía que en realidad comenzó el día en que te conocí. Antes no hubo en ella  sino algo turbio, y fue  como un rincón cualquiera lleno de cosas  y hombres torpes, cubierto de polvo y telarañas, de los cuales mi corazón no sabe nada. Cuando tú llegaste,  yo tenía trece años y vivía en la misma casa  que habitas tú ahora, en la misma casa  en la que tienes tú ahora esta carta entre tus manos, como el  último aliento de mi vida; vivía en el mismo pasillo, justamente enfrente de tu cuarto. Seguramente ya no te  acuerdas de nosotras, de la pobre viuda de un empleado ( siempre iba vestida de luto) y de su delgada niña. Vivíamos tranquilamente, casi sumergidas en nuestra pobreza de pequeñas burguesas. Tal vez nunca hayas  oído nuestros nombres, pues no teníamos ninguna chapa en la puerta, y nadie nos visitaba ni preguntaba por nosotras. Es verdad también que ya hace mucho tiempo de esto: quince, dieciséis años; no, seguramente tú no lo recuerdas, querido mío; pero yo, yo me acuerdo apasionadamente de cada detalle y tengo presente como  si fuese hoy, el día, mejor dicho la hora, en que oí hablar de ti por primera vez y en que por primera vez te vi; ¡y cómo no recordarlo, si entonces empezó para  mí la vida! Consiente, querido, en que te lo cuente todo, todo, desde el principio, te lo suplico, y no te fastidies de oír mi relato, durante un cuarto de hora, pues yo no me he cansado de quererte durante toda mi vida.
Stefan Zweig

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este libro me ha parecido un libro terriblemente emocional, en el sentido de triste, porque ella dio todo por un amor que el nunca valoró. Por ello cuenta la historia de una niña pequeña que nada más escuchar hablar sobre su vecino nuevo, él que tenía una estantería grandísima de libros y un amable mayordomo, se enamora perdidamente de él, a pesar de la diferencia de edad, su aspecto y demás rasgos. Le aparece un gran impedimento, se tiene que mudar, pero cuando cumplió dieciocho volvió a ese lugar, siempre espiándolo, sin perder la pista, tuvieron un encuentro, pero el nunca buscaba lo serio, ella se ilusionaba, pero sabía que realmente no tendrían nada después de ese primer encuentro en el que él le quitaba la virginidad y tras eso ella se queda embarazada y tuvo un hijo. Fue manteniéndose de la caridad de los hombres. Hasta el último encuentro con él. A partir de ello, no volvió a saber nunca nada de ella. Cuando acabó de leer la carta, se dio cuenta de que era el día de su cumpleaños y no tenía la rosa blanca que siempre recibía, fue cuando realmente se dio cuenta de que no volvería a verla más porque había muerto y un escalofrío recorrió su cuerpo.
Inma García

Ana Campos dijo...

Los sentimientos que narra la mujer me recuerdan a los que tienen las adolescentes de hoy día: es un amor que tiende a obsesión. Desde que era una niña había estado siguiendo cada movimiento del hombre al que ella creía que un día sería suyo, había dedicado su vida a buscar su felicidad en él hasta que por la dicha del destino queda con él durante tres días en los que acaba teniendo algo que R. no pretendía darle, su único hijo, su amor encarnado en un niño.
Aún así él sigue sin reconocerla en su siguiente encuentro en el salón de baile, y en esa situación la toma por una prostituta, en lo que ella reacciona con una angustia callada, que desemboca en lágrimas y un ataque de rabia cuando descubre que mientras su amado la tiene como una desconocida, su mayordomo sí recuerda a la niña que vivía en la puerta de enfrente.
Cuando termina la carta se da cuenta del hombre que era realmente, no le importaba el amor, si no el placer, como la "desconocida" ya sabía, y de que no volvería a ver jamás a la que probablemente era la única mujer que le había amado de verdad.