viernes, 19 de abril de 2013

"Me abraso en amores..."











Descubren en Toledo una carta de amor de hace más de 300 años:

Ya que he merecido, de manos de vuestra merced, tan gran favor, es necesario que me sepa aprovechar de él. Lo primero que respondo es que yo nací para servir (a Vmd.) pero no para mandar; lo segundo, digo que el no haber hecho lo que Vmd. me mandó ha sido por causa de no avispar y así pido perdón de lo mal hecho. Lo tercero, digo que cuanto más me cansase Vmd. recibiré tanto más favor, y he estimado mucho el favor de haberme alcanzado los papeles. Y a Pepita, cuando Vmd. la bese, le dará Vmd. dos besos más, uno por mí, y otro por D. Juan, y como dije en cuanto a la letra, no la he visto mejor de mujer, y lo que encargo es que se acuerde de mí estando ausente, y para qué se han de gastar entre los dos circunloquios, porque es mi afición tanta a Vmd. que me abraso en amores, y así, querida mía, digo que, así en ausencia como en presencia, siempre me abraso, y si mucho me estima Vmd. mucho más estimo, y amo a Vmd. Sea la gracia a Vmd. y felices siglos. 
Toledo y octubre, a 29, 1700.
Tu amante del corazón.
D. Alfonso Vargas y Montes
La mi Señora y querida Dª. María de Sierra
Por haber escrito deprisa, no se explica más mi afectuoso amor para con Vmd.
Para mañana, siendo Dios servido, espero la respuesta.

Más información en : El Huffington post

10 comentarios:

Christine Félix dijo...

¿Qué es más encantador, la carta en sí o que alguien la tuviera en tanta estima que la guardase tan celosamente?

Anónimo dijo...

Yo también me abraso en amores, en amores secretos, en amores ocultos,
en amores que son a la vez dulces y amargos, en amores que son capaces de vencer a los siglos.
Amor, amor, amor...

Uno que no se fia de los amores secretos dijo...

Pues yo tenía un amigo que se apellidaba Amores. Al principio intentó ser poeta, pero como la cosa no prosperaba al fin se preparó para las oposiciones a cartero y por ahí anda, en las estafetas.
Esto que cuento no es ninguna metáfora, es real como la vida mesma.
Mesma, no misma.

Christine Félix dijo...

¡Y lo bien que lo hemos pasado en clase ahora que estoy con Garcilaso de la Vega! La imaginación no tiene límites, además, lo mismo de esta anécdota salen una par de historiadores, alguna incursión en el mundo de la grafología y unos cuantos poemas...

Pilar González dijo...

Todo esto me parece "mú fronito", pero lo que yo quiero saber es ¿vamos a leer Anna Karenina o no?

Christine dijo...

¡Por supuesto que síííí!
He encargado un nuevo ejemplar para la biblioteca y un Anónimo desinteresadamente nos va a preparar una selección musical para darle a la lectura un toque tan envolvente que nos vamos a desmayar nada más bajar del tren, en la pista de patinaje perderemos el equilibrio y en el baile, en el baile... el acabose. Aunque, digo yo que antes tendremos que cerrar La mancha humana.
¿No queréis una breve lectura? Porque como empiece Ana K. no voy a poder ni organizar el Reto de los miércoles!

Anónimo dijo...

Cerremos pues La mancha humana primero. Creí que era asunto concluido. Estoy muy despistada con el grupo este curso.

Pilar González dijo...

Upss!! la de antes soy yo

Anónimo dijo...

Ana Karenina, me gusta :)

Christine dijo...

No pasa nada, es que nos estamos acostumbrando a los comentarios por los pasillos, en los desayunos, en la biblioteca... habría que hacer una quedada o al menos intentarlo. Yo tengo mucho interés por saber la opinión de los demás, sé que algunas no la han terminado de leer y otras han abandonado. Quiero saber las dificultades que se han tenido, los momentos estelares, los pasajes que han sublevado, aburrido o enardecido. En mi caso, por el momento, vendería mi alma al diablo por escribir como Coetzee pero no como Roth porque subyace bajo su escritura una posesión del "yo" que hace que las piernas me tiemblen. Pero por otro lado, soy muy consciente de que ese "yo" es el que lo ha convertido en un escritor único, increíble capaz de controlar los ejes de la novela y capaz de controlar al lector que cae bajo sus dominios. ¡Qué susto!